Por: Dr. Jesús Mazaira; Revista: Infomédula, marzo de 2011
Hace pocos meses falleció en Toledo el Dr. Alfredo Castro Sierra, quien fuera jefe de Cirugía Plástica del Hospital Nacional de Parapléjico, desde su inauguración en 1974 hasta 1987. Alfredo Castro realizó sus estudios de medicina en la Universidad de Navarra y se especializó en traumatología y en cirugía plástica. Posteriormente ejerció en diferentes hospitales: Navarra, Bilbao, Madrid, París y Venezuela, con estancias formativas con los profesores Moberg, Zancolli y F. Enrique de Salamanca.
Para comprender su actividad y la de todos los compañeros que trabajamos con él durante ese periplo, resulta preciso señalar la situación del hospital de referencia en sus inicios. En aquellos años, la lesión de los pacientes se acompañaba las más de las veces, de secuelas y complicaciones por falta de un tratamiento especializado, desde los primeros momentos de lesión o durante su evolución crónica. Recuerdo que más del 50% de los pacientes, ingresaban portadores de úlceras de presión, además de otras complicaciones: respiratorias, urológicas y las deformidades o actitudes locoregionales anómalas entre otras.
Durante su dedicación al hospital introdujo técnicas pioneras en "el tratamiento quirúrgico de la mano parapléjica", en el tratamiento de las UP, en la implantación de prótesis peneal (actualmente en desuso) y otras contribuciones. Entre otros logros, Castro Sierra y su equipo reconstruyeron con transposiciones tendinosas, las manos de más de 100 tetrapléjicos, con resultados todos favorables en la mejora funcional de los pacientes. Su labor fue siempre muy reconocida por compañeros y pacientes. Su actitud preocupante por buscar aplicaciones de su especialidad, en el como poder beneficiar o mejorar el nivel funcional y de la salud de los pacientes fue siempre un reto para él y contagioso para los demás de esa etapa. Su actividad fue presentada en múltiples congresos y reuniones en España y fuera. Posteriormente fue cirujano plástico de la Ruber de Madrid, dejando su impronta de buen hacer.
Recuerdo uno de los primeros casos intervenido de manos por él, en la década de los años 70; lo relato por ser insólito en la bibliografía: una mujer campesina que vivía en una aldea aislada, portadora de una tetrapléjia completa nivel C6, y con la consiguiente disfunción neurológica de sus manos que la incapacitaban para colaborar en sus labores hogareñas tan elementales y necesarias como era hacer la comida a los suyos, llegando a causarle gran ansiedad y depresión solo imaginarse en su casa tan inútil dependiente de su familia… Para subsanar parcialmente dicha discapacidad, ella tendría que adquirir fuerza en la presa de las manos y habilidad y fuerza en usar la pinza de los pulgares y dedos. Con determinación del equipo, convencimiento de la paciente y decisión del cirujano, fue la primera paciente operada de las dos manos en el tiempo habitual que duró su ingreso antes de su 1ª alta. Ella pudo salir lo suficientemente funcional con sus manos, para manejarse con el pelado de las patatas y así preparar el caldo, según nos contaba ella. Durante años nos manifestó su agradecimiento y satisfacción para poder ofrecer algo a su familia.
Aparte queda, para los que hemos conocido en su entorno, sus aficiones artísticas como dibujante y escultor y su capacidad emprendedora en crear empresas (hospital, residencia, vivero de plantas…)
Se nos ha ido un compañero y amigo de los primeros años del HNP, un hombre del renacimiento por su actividad creativa tan versátil y diletante, un especialista de referencia en nuestro hospital… y para los suyos un gran padre que amaba y era amado por Ivon, su mujer, sus hijos y su entorno familiar, a ellos que compartieron el sufrimiento de su larga despedida y sufren de su ausencia, nuestro acompañamiento en el recuerdo.
Fuente: Artículo en la revista Infomédula, marzo 2011
Muchas gracias a Jesús por haber escrito este emotivo artículo sobre un brillante cirujano y mejor padre.
Tuve la enorme suerte de toparme con este genial personaje, en su aventura hispano-bugara
ResponderEliminarLo conocía de mi anterior trabajo en el surtidor, siempre me daba mil duros y me decía"atiende a otro", y se quedaba el poniéndose la gasolina, el eminente cirujano, no se le caían los anillos por ayudar al gasolinero
Cuando le conocí, me dije, no podía ser de otra manera, es un fenomeno,tan educado,tan dispuesto, tan amable, tan...
Nunca dejaré de agradecerle y nunca alcanzare a corresponder, lo que hizo conmigo
Gracias Alfredo, MAESTRO